miércoles, 26 de diciembre de 2012



La Displasia de Cadera es una patología que preocupa a muchos propietarios de perros, sobre todo de razas grandes, por las graves consecuencias que conlleva en la movilidad de sus mascotas.


La Displasia de Cadera es una enfermedad articular que consiste en una conformación anormal de la articulación coxofemoral (articulación de la cadera).
Es una patología hereditaria pero no congénita. ¿Qué quiere decir esto? Significa que es una enfermedad que se transmite genéticamente de padres a hijos (hereditaria) pero que no se manifiesta en el momento del nacimiento (no es congénita); el cachorro nace con las caderas normales pero las anomalías aparecerán durante el crecimiento y desarrollo del perro.

Se desconoce la causa concreta que la produce pero lo que sí se sabe es que es una enfermedad multifactorial: hay diferentes elementos que influyen sobre su desarrollo. Estos factores pueden ser la alimentación (una dieta muy energética es perjudicial) y el ejercicio (la obesidad y el ejercicio exagerado no son deseados). Está asociada a desequilibrios entre el desarrollo de la musculatura y un crecimiento rápido del esqueleto.
En la displasia se produce una deformación de la cabeza del fémur y/o del acetábulo, la oquedad de la cadera donde articula la cabeza femoral, lo que conlleva a que no encajen perfectamente. Y esta imperfección articular es la causa del problema; la laxitud e inestabilidad de la articulación originará roces entre las estructuras óseas lo que desembocará con el tiempo en una degeneración articular, inflamación, lesiones de los cartílagos articulares, pequeñas fracturas óseas (osteofitos) y luxaciones (todos ellos procesos bastante dolorosos). Finalmente el perro padecerá artrosis (en mayor o menor medida) pudiendo comprometer la movilidad del animal  e incluso en casos graves desembocando en la tan dura decisión de eutanasiar al animal.
Contrariamente a lo que la mayoría de la gente cree, la displasia de cadera no solo la padecen las razas grandes como el San Bernardo, Rottweiler, Labrador Retriever, Pastor Alemán, Golden Retriever, Mastín etc..., sino que también se presenta (y cada vez más) en razas medianas como el Cocker o el Epagneul Bretón entre otros.

La sintomatología dependerá de la gravedad del proceso, edad y tamaño del perro. Los síntomas incluyen desde diversos grados de cojera hasta dificultad para moverse y sobre todo para levantarse; empeoran después del ejercicio y cuando el perro sobrecarga las extremidades posteriores (p. ej. al subir escaleras).

El diagnóstico se realiza mediante radiografía de cadera, bajo anestesia o sedación profunda. Esta radiografía diagnóstica se puede realizar a partir de los 6 meses de edad. Actualmente existe una técnica radiográfica llamada de distracción o Penn-Hip que adelanta la edad de diagnóstico a los 4 meses. Es importante saber que para realizar una radiografía de displasia de cadera no hay que esperar a que aparezcan los síntomas; puede hacerse para descartar la enfermedad.

En el Labrador desde las primeras semanas de vida disponemos además de otra técnica de diagnóstico. Esta tecnología permite, a partir de una simple muestra de sangre, obtener el ADN del perro y analizar los marcadores genéticos de interés asociados a Displasia de cadera, determinando así la predisposición genética de un Labrador Retriever de raza pura a desarrollar esta enfermedad. Con la información obtenida  se pueden identificar por un lado los perros con una alta probabilidad de estar libres de displasia de cadera (se les podrá seleccionar como reproductores), y por otro, los perros con una alta predisposición a desarrollar displasia. En este segundo caso podremos establecer un calendario óptimo de seguimiento que permita tomar medidas preventivas para retardar el progreso de la patología.


El tratamiento se debe evaluar en cada caso de forma individual, y dependerá de la gravedad de los síntomas, el grado de alteración radiográfica, la edad del animal, la raza y tamaño del perro y su estilo de vida. Con estos datos, podremos recomendar el tipo de tratamiento, que será médico, quirúrgico o una mezcla de ambos.
Actualmente disponemos de algunas “armas” para prevenir o minimizar los síntomas de la displasia, tales como condroprotectores (ayudan a proteger el cartílago articular de los microtraumatismos que se producen en una cadera displásica), piensos de gama alta (muy importante alimentar a nuestras mascotas con este tipo de piensos pues están formulados minuciosamente para aportar la cantidad de energía necesaria según la raza o tamaño del perro). También existen piensos ideados exclusivamente para  el tratamiento de esta patología o de cualquier otra patología articular.






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